Vacaciones: El riesgo de olvidar todo lo aprendido en el año

La doctora Leonor Cerda, de la U. Católica del Maule, entrega un análisis de la probabilidad que el aprendizaje del año escolar se pierda en el verano y entregó consejos para revertirlo.

Para la familia y en particular para los padres es una preocupación cuando los niños y jóvenes salen de vacaciones de verano y luego deben regresar a clases, después de los meses de descanso. Por una parte, está presente el estrés de preparar los útiles escolares y uniformes, que recién pasadas las fiestas de fin de año comienzan a invadir las vitrinas y tiendas. Por otra, repasar las materias olvidadas luego del periodo estival, lo que constituye un dilema también para los profesores.
Lo anterior, fue analizado en un seminario organizado por el Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile (CEPE-UC), concluyendo que es probable que parte del aprendizaje del año escolar pasado se pierda, sobre todo en niños y jóvenes que viven en condiciones más vulnerables.
Pero ¿qué ocurre? ¿cuáles son las causas posibles? La directora del Departamento de Formación Inicial Escolar de la U. Católica del Maule, Dra. Leonor Cerda, entregó algunas respuestas respecto a estudios que han señalado que el aprendizaje es un proceso fisiológico.
Si logramos entender cómo se produce el aprendizaje, cómo comprende y recuerda nuestro cerebro, podemos aprender y enseñar mejor, es decir, se podrán obtener mayores logros y mejores aprendizajes significativos, que probablemente permanecerán en el tiempo. Este planteamiento nos indica que el cerebro es un órgano cuya función natural es “aprender”, es decir el cerebro aprende porque es su trabajo, tal como otros órganos del cuerpo cumplen una función específica, por ejemplo, la función del pulmón en la respiración.
Si bien es cierto, las teorías de aprendizaje que siempre nos han resultado ser un buen referente, se construyeron en base a observaciones externas del comportamiento o de la conducta del ser humano. Hoy es necesario revisar nuestras convicciones sobre esta perspectiva del aprendizaje, mirando desde el aporte que nos trae la neurociencias para la cognición, tema que profundiza en el conocimiento de procesos internos de las relaciones mente-cerebro, se trata de entender cómo se desarrollan estos procesos mentales y su aplicación en el proceso enseñanza-aprendizaje.
La pérdida de aprendizaje durante la época del verano, tal vez nos estaría indicando que la calidad de los aprendizajes obtenidos durante el proceso de aprendizaje del año escolar no fue suficientemente significativa, al perderse estos en tiempos de reposo y cuando no se reciben estímulos que los activen. Ya que en el verano el tipo de actividad varía, el tiempo se dedica más al ocio, descanso, distracción, reunión con familias y amigos, paseos, entre otras. Sin embargo, los estudios señalan que no se trata de evitar estas actividades, sino de potenciar la intencionalidad que se les dé, ya que todas son necesarias para el desarrollo integral de los niños y jóvenes.
Al respecto una muy buena explicación nos entrega Logatt (2010), aclarando que cuando el cerebro se encuentra en proceso de aprendizaje, realiza dos funciones: primero codificar en la memoria la información y luego predecir si esta información, será necesaria más adelante y si se la podrá recordar. Destacando que la segunda función “predicción” se produce en algunos cerebros de forma automática e inconsciente, más que en otros, lo que le permite a sus poseedores ser más inteligentes y tener mejores aprendizajes. Esta capacidad de predicción es una parte muy importante para el éxito del aprendizaje para que este perdure y se recuerde, ya que nos permite juzgar si la información es trascendental, si hemos estudiado lo suficiente o tener la necesidad de repasar de forma más profunda los conocimientos.
Mientras tanto, para ayudar en estos procesos y mantener más activados estos mecanismos de aprendizaje, durante el verano los padres pueden buscar otros espacios más informales para promoverlos, programando diversas actividades, como visitas a centros culturales, salidas al cine y comentar las películas, ver noticias, documentales o leer y conversar sobre estos, recorrer museos, lugares históricos, organizar diversos tipos de juegos, entre otros. Todas estas actividades en contextos diversos y significativos, son parte de aprendizajes y estímulos interesantes que ayudan a los niños y jóvenes a relacionar y a reforzar sus conocimientos para que perduren en el tiempo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *