Universidades de excelencia y… ¿La calidad dónde?

Por: Aarón Osorio, Estudiante en Tercer Año de Arquitectura, Pontificia Universidad Católica de Chile

¿Qué sucede con el estudiante universitario que ‘’debe’’ encerrarse y privarse del medio que lo rodea para poder cumplir con su trabajo y las exigencias de la academia? ¿Qué sucede con el estudiante que no logró visitar a su familia (que probablemente visita dos veces por semestre cuando es de región) porque a un grupo de docentes se les ocurrió dejar trabajos grupales para esa fecha? Excusas para no hacer el trabajo siempre se han encontrado de sobra. Pero pareciese que en la sociedad actual (Chile) y, en un sector de la población (especialmente estudiantes universitarios) también sobra las excusas para cambiar lo que es prioritario por algo de segunda importancia.
Como está de moda compararse con otros países, pensemos ahora en el caso de Italia, Alemania, España y muchos otros, donde los universitarios pueden además de estudiar, trabajar, tener un grupo de música, practicar un deporte, realizar ayudas comunitarias, pasar tiempo con su familia y, más encima, tener un promedio de horas de sueño que no es menor a siete horas diarias. Vale decir, una vida integra y de calidad. Digna si se me permite decir. ¿Qué encontramos en Chile? Hay toda una cultura (sobre todo en universidades de excelencia) que nos impulsa a justificar acciones realmente lamentables; para cumplir con lo que nos piden, como es dormir el mínimo (hablo de dos horas diarias durante días), comer lo que sea más rápido de consumir (por supuesto que no importa si es sano o no), y para qué hablar de la vida en familia; simplemente no existe, porque el endeudamiento de los padres hace que esté ‘’justificado’’ hacer sacrificios gigantescos. ¿Amigos, vida fuera de la academia, otras actividades recreativas, pareja? Eso comienza a quedar para la gente que ‘’no está ni ahí’’ con lo que estudia o ‘’para los mediocres’’.
¿Qué clase de ciudadano queremos que herede el país en el que vivimos? ¿Queremos un Chile en donde a la población joven y universitaria le importe en última instancia lo que sucede en su país? ¿Queremos una sociedad que valorice sólo el éxito profesional y mire como “aquellos que no les dio para más’’ a la gente que vive según las prioridades que todos debiésemos tener?
Pareciera que a nuestra cultura no le importara nada más que el éxito, que si bien es un fin noble, es un desorden. Las consecuencias del pensamiento materialista conducen luego a que todas las exigencias que implican alcanzar ese fin recaigan sobre los estudiantes en forma de exigencias académicas inabarcables. Creo que en vez de seguir tomando bebidas energéticas, los estudiantes debiéramos reflexionar sobre el fin de la Universidad, de la vida, y proponer a las autoridades académicas ideas para que junto con aprender nuestras profesiones, mejoremos como personas.

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