Estar en cama enfermo ayuda a aburrirse, y, en consecuencia, a buscar alternativas de entretención. Para mi fortuna en estos días cayó en mis manos un libro que comenzó a circular hace poco: Ramal, de Cynthia Rimsky, quien en el lanzamiento expresó que antes de escribir la novela, no conocía el ramal del buscarril Talca-Constitución.
Además de presentar aquí una reseña de la impresión que deja la historia, me sentí inevitablemente tentado a releer lo que llevaba, con el malévolo propósito de “pillarla”, ya que se supone que sí conozco el ramal, al menos un poco más que la autora.
Desde el comienzo, la historia se abalanza sobre uno y suavemente te lleva de viaje donde no sabes qué es real y qué es imaginación. En mi caso debe ser porque vivo muy cerca, en Talca, o porque he viajado varias veces en ese pequeño buscarril, que cautiva sin ser un especial atractivo turístico.
Ramal no se deja leer fácilmente, quizás porque es una historia sobre viajes, plagada de descripciones y atmósferas, que requieren de pausas y relecturas. Se suceden saltos temporales y tránsitos entre caminos polvorientos, estaciones abandonadas y barrios de la capital que lamentan su ocaso. Pero no te suelta.
A medida que uno se interna en el texto, se revelan infinidad de pequeñas historias, que se arremolinan en los sucesivos viajes de un protagonista silente, que no quiere estar ahí. “El que viene de afuera” recorre pedregosos caminos interiores, testigo de una vida de la que huyó su bisabuelo, y evidencia su cansancio con un silencio que es compensado por una conciencia y unos recuerdos que no dejan de mostrar presencia en cada página.
El río Maule, que acompaña al ramal en su viaje, esconde misterios insondables, incluido el que permite detener el tiempo y el que eleva la calor sobre los 35 grados. El libro también. Las páginas evocan un pequeño convoy, en una pequeña y angosta vía, entre pequeñas estaciones y pequeñas historias. Las fotos impresas en tonos grises pasan como la vista breve tras cristales empañados. Cada capítulo es como doblar en una curva, que nos vuelve testigos de una desesperanzada realidad. De improviso, un amigo perdido en el pasado, Erik, emerge de entre las páginas, acusando un reencuentro postergado.
Me acuerdo que quise “pillar” al libro en su búsqueda de ambientar una historia en el ramal, y en un instante estoy dentro del relato, me transformo en “el que viene de afuera”. Así, como dice la historia, desde el asiento, libro en mano, no me queda más que contemplar mi reflejo.
Ramal, 2011
De Cynthia Rimsky
Fondo de Cultura Económica