La terapia del alma: una visión transformadora de la propia vida con potencial para cambiar radicalmente la existencia de las personas. La salud, el amor y la abundancia al alcance de la mano… en unas cuantas sesiones
La terapia del alma o de alquimia interior enseña que la imagen que tenemos del mundo es una ilusión surgida de una falsa imagen que nos hacemos de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. Afirma también que el Ser Interior de cada persona está completamente cubierto por el inconsciente, esa fracción de nuestra mente que permanece oculta tras los bastidores de nuestra consciencia. Esta parte oscura de nosotros mismos puede ser entendida y descrita como un telar de pautas heredadas de nuestro pasado derivadas de nuestras propias experiencias vitales, así como de las vivencias de nuestros antepasados. Es decir, de nuestros padres heredamos no sólo los genes, sino el contenido del inconsciente. En realidad somos libres, podemos vivir lo que queramos, pero eso no ocurre fácilmente por causa de esa “red” que el inconsciente teje en torno nuestro y que nos mantiene cautivos… hasta que nos liberamos de ella.
En este sentido es clave la noción de que cada ser humano elige antes de nacer la familia que lo ha de acoger y ha de abrirle las puertas del mundo. Esto es así pues el núcleo familiar que escogemos tiene el tipo de impronta que necesitamos para asimilar lo que tenemos que aprender en la vida. Este “telar”, que contiene las pautas que luego proyectaremos fuera de nosotros, comienza a construirse desde el vientre materno grabando esa impronta en nuestra propia zona oscura del alma. Un tipo de grabación es la herida grabada por repetición. Esta es la que heredamos de nuestros padres, abuelos, etc. El otro tipo lo constituyen las heridas emocionales propias que surgen naturalmente al relacionarnos con nuestro entorno.
Esta “red” se volverá nuestra realidad, nuestra vida. De ahí en adelante justificaremos todo nuestro accionar inconsciente con nuestra mente racional echándole al mundo la culpa de lo que nos pasa. Con esto la responsabilidad es siempre de los “otros”, de la “mala suerte”, del “destino”, etc. Esa falsa imagen de nuestra propia naturaleza interior recibe el nombre de ego y su función es impedir la manifestación de lo que somos en esencia.
Otra clave de este camino de alquimia interior está en el convencimiento de que cuando cambiamos lo de “adentro”, cambia también lo que se refleja “afuera”. Cada característica nuestra que no nos gusta nos muestra algo que no es propio, sino una repetición. Uno refleja en otros sus propias heridas. Si a uno no le gusta un rasgo de la personalidad de alguien, sea lo que sea, lo que está viendo no es más que su propia herida reflejada afuera. Si uno no tiene una herida no la puede ver en otros.
Las relaciones afectivas como catalizadoras de las heridas del subconsciente
Entre otras cosas, el amor es un el mejor catalizador de las heridas que permanecen ocultas en el subconsciente. Ocurre que cuando las personas se relacionan afectivamente se activa el inconsciente. En la vida ordinaria prácticamente no se dan experiencias amorosas que no pasen por el inconsciente. Esa es la causa precisa por la cual las relaciones afectivas siempre se contaminan con el inconsciente. Sólo el amor no contaminado llega a ser amor puro. Ese es el verdadero sentido de la castidad. El amor llega a ser santo cuando lo libramos de todo el lastre con que el inconsciente habitualmente lo carga. Este es el verdadero significado de la condición especial de la Virgen María “entre todas las mujeres”, como nos enseña el Evangelio. La castidad implica, en propiedad, un liberarse de las heridas emocionales que hemos heredado del pasado, es decir, que han quedado grabadas en nuestro inconsciente.
Nada ocurre “afuera” que no se haya bosquejado previamente “adentro”. Desde el quedarse sin trabajo a engordar, o volverse alcohólico, fumar, enfermarse, tener “mala suerte” en el amor, sufrir el robo del auto, la casa, el teléfono celular o el notebook… todo tiene su causa en las heridas que llevamos grabadas en nuestro inconsciente. Es allí donde hemos de dirigirnos para corregir los patrones negativos que se repiten una y otra vez en nuestras vidas.
Una vez que hemos decidido arrebatarle el timón de nuestras vidas al ego, lo bueno vendrá por añadidura: salud, abundancia, alegría de vivir, fraternidad humana, amor.
Para más información sobre la terapia del alma o de alquimia interior, escribir a joc_stgo@hotmail.com