SAG entrega consejos para estas Fiestas Patrias

En vísperas de Fiestas Patrias, el consumo de carne y chicha se disparan. Por eso, el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) entrega algunas claves sobre estos productos típicos de las celebraciones dieciocheras.

Al año, se consumen más de 22 kilos de carnes de vacuno por persona, siendo uno de sus peaks de consumo las Fiestas Patrias. Por eso, el Ministerio de Agricultura, a través del SAG, trabaja de manera permanente para garantizar que las carnes que los chilenos compran estén correctamente tipificadas realizando inspecciones a mataderos, plantas despostadoras, empresas certificadoras acreditadas ante el SAG, carnicerías y supermercados.

La principal infracción detectada a nivel de locales de expendio es la inadecuada nominación del corte de carne. Con esto, no se está cumpliendo con respetar la nomenclatura oficial definida en la Norma Chile 1596 Of. 1999 y que tiene como objetivo el evitar la confusión o engaño al consumidor, cuando se le vende un corte distinto al que se está comercializando efectivamente. Esto se fiscaliza mediante la revisión de las facturas que respaldan la compra y conlleva sanciones que pueden ir desde 1 a 100 UTM, es decir, entre $38.557 a $3,8 millones de pesos, aproximadamente.

En el caso del consumo de chicha, en la actualidad se producen más de 700 mil litros de chicha al año, de uva vinífera y uva de mesa. Las regiones del Maule y Biobío acaparan gran parte de esta elaboración y su peak de consumo ocurre, precisamente, en Fiestas Patrias.

Sin embargo, su elaboración aún mantiene tecnologías más bien artesanales. Por ello, el SAG fiscaliza la elaboración de todos estos productos, con el objeto de evitar que se produzcan y comercialicen aquellos que no correspondan genuinamente al tipo de bebida alcohólica de que se trata, de acuerdo a la Ley 18.455 que señala la “Genuidad y Portabilidad”, es decir, que no sean falsificados, alterados, adulterados o estén fuera de norma.

La chicha es el único producto que la Ley permite comercializar en envases abiertos, por lo que siempre existe la posibilidad de adulterar el producto una vez ya comercializado por el elaborador. Las prácticas no autorizadas y que corresponden a las infracciones más comúnmente detectadas por el SAG en esta etapa entre el productor y el consumidor final son la adición de agua, uso de endulzantes artificiales no permitidos y edulcoración y coloración con chancaca.

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