Por:  Javier Orrego C.

REIKI

Primero hay que sanar la mente. Si nuestra mente está sana entonces nuestro cuerpo sanará… (Mikao Usui)

El Reiki es un sistema terapéutico ancestral de origen japonés de gran sencillez que sirve para sanar transmitiendo energía por medio de la imposición de manos. El vocablo Reiki hace alusión a la Energía Vital Universal –considerada como un regalo de Dios–, misma que ha sido conocida por diferentes culturas desde la más remota antigüedad recibiendo denominaciones como Prana en la India o Chi en la antigua China. En el presente algunos estudiosos han denominado a esta fuerza omnipresente Bioenergía o Bioplasma.

Muchos cultores del Reiki postulan que éste no debe ser considerado ni una secta ni una religión, ni una filosofía. Todos los seres, sin importar cual sea su definición de Dios, pueden tener acceso a ella pues en el fondo es la energía positiva proveniente del Universo, la que nos es regalada… si lo pedimos y nos abrimos a ella.

Sin embargo, la idea del original del sistema era la de constituirse un camino de vida que condujera a una vida iluminada mediante el control de las emociones. Según el budismo, este estado sólo puede alcanzarse mediante la extinción del deseo que lleva al sufrimiento. Son las emociones las que crean respuestas neurotransmisoras negativas que hacen que el organismo se enferme.

Historia
Los orígenes del Reiki se pierden en la noche de los tiempos. Se encuentran indicios de él en sutras budistas que datan aproximadamente del siglo V antes de Cristo, pero se cree que es mucho más antiguo. Sin embargo, permaneció oculto para la humanidad durante siglos hasta fue redescubierto por el sacerdote cristiano de origen japonés Mikao Usui (1865-1926), profesor de teología y rector de la Universidad de Doshisha, de Kioto. Usui fue un destacado estudioso de la ciencia médica además de un profundo conocedor del budismo y la religión cristiana. De hecho, el aguijón que clavaron en su alma las interrogantes de sus alumnos en relación al método de curación mediante el cual Jesús sanaba a los enfermos, fue lo que lo empujó a descubrir el sistema terapéutico que luego legó al mundo. De este modo emprendió por su cuenta una extensa investigación en fuentes cristianas y también budistas. Al cabo de diez años de intensa búsqueda y tras vencer numerosas dificultades logró redescubrir y develar la técnica del Reiki.

El hecho ocurrió en 1922 y fue clave una experiencia mística que vivió en el monte Kurama donde, al cabo de un intenso período de meditación y ayuno, entró en un estado de satori o de iluminación que lo llevó a adquirir la capacidad de canalizar la Energía Vital Universal. A partir de entonces el sistema se diseminó por todas partes y ha sido utilizado por muchos terapeutas a nivel mundial para armonizar y favorecer la salud personal y la de los demás.

Según las enseñanzas originales del Maestro Usui, el control de la mente y el dominio de las emociones resultan esenciales para conservarse sano. De ahí la importancia de llevar una vida tranquila según sus propias palabras y de practicar la meditación. Además de las posiciones de manos, el Reiki original utilizaba un conjunto de prácticas de meditación conocidas como Hatsurei Ho (prácticamente desconocidas en Occidente) que incluían el Kotodama o vocalización vibrante de sílabas o palabras basada en la creencia en el inmenso poder del lenguaje.

La sanación
El Reiki sostiene que la fuerza para la autosanación yace en cada ser humano, sólo que no tomamos conciencia de ello. Por ejemplo, cuando nos golpeamos, es una reacción típica el pasar la mano por el lugar donde nos sentimos dolor. Inconscientemente estamos aplicando el Reiki como autosanación. Este simple ejemplo nos muestra que la Energía Vital Universal fluye por nuestras manos, pero no somos conscientes de ello. La iniciación nos permite el acceso a la energía del Universo con lo cual todos podemos volvernos canales transmisores.

Esta fuerza poderosa destraba los bloqueos psíquicos que a menudo son la causa de los malestares físicos que nos aquejan. Jesús realizó sus milagros perdonando primero los pecados. De este modo hacía desaparecer el sufrimiento del alma ya que casi siempre es éste el responsable de las enfermedades del cuerpo.

Normalmente las personas que creen en milagros son considerados “locos” por sus semejantes, pero los milagros de la Biblia son aceptados. El gran legado del Maestro Usui es el haberles devuelto a los seres humanos la capacidad de manejar conscientemente la fuerza divina en el mundo.

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