En su análisis del actual momento de la educación superior, el dirigente cierra filas con la demanda nacional de que la reforma que promueve el Gobierno debe asegurar el rol público de las universidades chilenas. Sólo de ese modo, cree, se puede acabar con la disputa entre calidad y lucro que entrampa los cambios.
En su calidad de máximo dirigente de la FEDEUT-TALCA, Javier Fano, ha marchado y ha viajado a Santiago a los encuentros de la CONFECH con el ministro Joaquín Lavín. Se tomó una repartición pública y hoy sigue atento al curso de la bullada propuesta de reforma del Gobierno. Deja espacio a la autocrítica, valora el despertar del estudiante “utalino” y el respaldo que las autoridades universitarias les han brindado. Se mantiene firme en la idea de que la educación universitaria está en crisis, a causa del “excesivo centralismo” y, por ello, recalca que la reforma no tiene futuro si pasa por alto condiciones de igualdad para las universidades regionales. Todo, sin dejar de tararear lo que llama, el apellido que le falta a la educación superior: ¡pública y calidad! Han sido días agitados, tiempos de “reforma”.
¿Qué hay de los 12 puntos en la propuesta del ministro Lavín?
La CONFECH entiende que detrás de esto hay un fondo que es mercantilizar la educación; que la educación sea traspasada a los privados y que éstos sean los que la promuevan, la desarrollen, etc. Eso es lo que los estudiantes, a nivel nacional, estamos rechazando. En la UTALCA también, pero queremos ir un poco más allá. Cuando hoy se habla de más recursos, sí, la educación requiere más recursos, pero el cómo distribuirlos precisa de una política pública para no dar más recursos porque sí, porque eso no es una política pública sensata. Hay que focalizar, y en esa focalización, las universidades regionales tenemos una prioridad absoluta, en la medida en que son las que cumplen un rol social verdaderamente importante: las que albergan, como la UTALCA, a más de dos tercios de estudiantes que pertenecen a los quintiles uno y dos. Como instituciones públicas, somos las llamadas a regionalizar el país, a crear focos de innovación, desarrollo, distintos a los de Santiago. En virtud de eso, queremos que exista un reconocimiento a la finalidad que se cumple. Las instituciones regionales tienen una finalidad totalmente distinta a la que tiene la Universidad de Chile, por ejemplo. El rector (Víctor) Pérez decía que el financiamiento debía ser a las universidades, porque son las universidades del CRUCH las que hacen el 82 por ciento de la investigación. Pero si desmenuzamos esa cifra, nos damos cuenta de que, el 78 por ciento de esa investigación, la hacen tres planteles. Entonces, cómo hacer que la investigación se haga en regiones, porque el llamado es que las regiones se sumen a ese proceso. Y resulta una contradicción tremenda que los estudiantes que egresan en regiones, tengan que ir a buscar empleo a Santiago. La típica crítica que se hace, es por qué los estudiantes deciden ir a Santiago. Bueno, ¡porque están allá todas las posibilidades concentradas!.
¿Y dónde está entrampada la reforma a la educación superior?
La educación siempre se ha entrampado en dos conceptos. Primero el de la calidad y, segundo, el del lucro. En la calidad nadie está en desacuerdo, todos la buscamos. El tema está en el lucro, en si esa calidad tiene que ir abrazada del lucro o no; ahí está la gran consigna: calidad versus negocio. Pero el tema va más allá. La educación superior está en crisis, por el exceso de centralismo. Hoy existen estudiantes de primera y segunda categoría. Frente a eso, los estudiantes tenemos una posición, y así lo ha entendido el estudiante de la UTALCA, de rechazo absoluto. No podemos quedarnos de brazos cruzados, mientras estamos viendo que existen esas diferencias. No se puede hacer ningún tipo de discriminación, porque todos somos hijos de este Estado. Pero sí se puede discriminar en las instituciones, ahí es donde se tiene que poner el acento. Debe existir una diferenciación en el financiamiento, con fondos exclusivos para los proyectos que impulsan en sus regiones. Aquí, en Talca, ¿qué otra institución pública puede desarrollar la regionalización, el avance, el desarrollo, en una región con precariedad, con cesantía, con conectividad casi nula, etc.? Ésta es una institución capaz y ahí está la oportunidad de empujar a todas las universidades regionales que han ido quedando a la cola. Se requieren definiciones, ponerle a la educación superior nombre y apellido: ¡pública y calidad! Eso es lo que la reforma debe plantearse como objetivo central.
Suena injusto que desde el mundo privado se pida al Estado que entregue financiamiento, cuando en las actuales reglas, el Estado es uno más entre todos los administradores de educación. ¿La CONFECH se hace cargo con claridad de ese aspecto puntual?
La CONFECH ha evolucionado bastante y hoy rescata otro nombre en sus universidades, el de las universidades con rol público. Ha definido cuáles son las universidades que cumplen ese rol. Éstas vendrían a ser aquellas que tienen heterogeneidad en la matrícula, con cuerpos colegiados que participan activamente en el gobierno de la institución, que no haya fines de lucro. Son parte de los seis criterios que la CONFECH ha definido como necesarios para que una universidad tenga un rol público. Pero, también somos autocríticos y, si desmembramos ese concepto, podemos ver que hay universidades estatales que no cumplen ese rol y están recibiendo financiamiento público. Perfectamente una universidad privada podría decir: ustedes que son las universidades con rol público y están diciendo que estos son los criterios, no cumplen a cabalidad con esos requisitos. El tema del financiamiento es, en definitiva, que estamos pidiendo más para quién. No para las privadas, pero el CRUCH ya las tiene. Entonces, cuál es la distinción que tenemos que hacer, ¿cuál es la distinción entre la Universidad de Concepción y la Alberto Hurtado?, por ejemplo. Eso hay que clarificarlo y llegar a una definición. Por eso digo que no hemos puesto un nombre y apellido a la educación superior que queremos. La competencia no es mala. No es competir por competir, sino que, cuando atribuyes más recursos, estás evaluando de mejor manera, pones requisitos y esa institución te demuestra que está haciendo bien la pega, por ende, requiere más recursos. Pero cuando estás en un sistema como el actual, tienes que cruzar los dedos para que una universidad deje de crecer y la tuya perciba más. Eso es totalmente ilegítimo. ¿Por qué, para que esta universidad reciba más fondos, tenemos que esperar que otra universidad deje de crecer o le vaya mal? Eso no puede ser. Tenemos que contar con un aporte bajo medición y que exista un aporte basal. De lo contrario, seguirán siendo los estudiantes los que paguen el costo, como ocurre hasta ahora. Hoy no está definido quién asume el costo, si los estudiantes o la institución. Estamos justo al medio, la universidad hace lo suyo, el estudiante hace lo propio, y, finalmente, terminamos pagando dos o tres veces la carrera. Por eso, a los estudiantes hay que tratarlos por igual. En las instituciones sí hay que hacer distinciones. Y esas distinciones tienen que ser en defensa de las universidades regionales, estatales, primeramente, porque son las que cumplen un rol y una proyección totalmente a largo plazo para el país.
¿El gobierno ha dado ninguna señal en esa dirección?
¡Ninguna! En términos de expandir, de desburocratizar la educación, ninguna. En el caso del AFI (Aporte Fiscal Indirecto), puede ser un paso, pero falta.
¿Y los estudiantes de las universidades de Santiago son pro-regionalismo?
Ellos piden cuatro fondos, pero piden uno que es sólo por un año, para promover una inyección de recursos a las universidades tradicionales de regiones. Pero eso no es suficiente, es poco equitativo. Está claro que la Universidad de Chile tiene que recibir más recursos que la UTALCA, pero si la medimos por requisitos, bajo variables objetivas, a lo mejor, la UTALCA debería recibir más fondos. ¿Por qué?, porque tiene una proyección y criterios distintos. Sale muy bien evaluada y tiene un proyecto coherente que requiere de financiamiento. De Santiago al sur, somos la primera universidad pública. Entonces, ese financiamiento no puede ser por un año, debe ser permanente. Es una locura que recién creado el Fondo Bicentenario y la Universidad de Chile se lleve 25 mil millones de pesos. Perfecto, bien que la Universidad de Chile compita y tenga las herramientas para ganarlo, pero no puede llevarse el 50 por ciento de los recursos de ese fondo. Luego, el propio gobierno se queja del centralismo. Obvio, si a la hora de elegir, los estudiantes prefieren a la Universidad de Chile, por el prestigio que tiene, y porque más encima cuenta con una empleabilidad, prácticas profesionales, que son garantías que quizás una universidad regional no ofrece. ¿Y por qué entonces no se prioriza a las universidades regionales en fondos como éstos? Ahí está el tema. Cómo focalizar los recursos y hacerlos permanentes, y establecer requisitos que te digan: esta universidad tiene un proyecto, tiene iniciativa, cumple un rol social, trabaja con criterios de descentralización, crea focos de innovación, desarrollo, etc. Esas universidades están haciendo crecer a las regiones.
¿Qué mensaje le darías al ministro Lavín desde la primera universidad pública al sur de Santiago?
¡Que el verdadero desarrollo en educación, para los estudiantes y para el país, se hace desde regiones!
El ministro Lavín habló de “emparejar la cancha”, pero no dijo de dónde sacarán los recursos ¿saben ustedes de qué ítem se obtendrán?
Los estudiantes también desconocemos eso. Hay que incrementar sus recursos para educación superior, eso está claro. Si la OCDE es la gran medición con la cual el gobierno trabaja, y dice que Chile debería gastar 1.3 % de su PIB, entonces tiene que hacerlo. Si el Gobierno quiere que este año sea el año de la educación superior y que la educación sea el eje, tiene que hacerlo. Qué mejor que invertir en educación. No hay mejor política pública que eso. Pero, la discriminación sobre los requisitos que debe cumplir una institución es lo esencial.
¿Va haber sí o sí reforma?
Reformular, es crear un sistema que sea equitativo y tenga calidad. Pero debe tener algo que hoy está cojo: el financiamiento. Porque, lamentablemente, para la equidad y la calidad se requiere un financiamiento. Y tomar decisiones, saber qué va a pasar con las universidades del CRUCH y qué pasará con las universidades que son del Estado. Hoy, querámoslo o no, universidades que son del Estado están en un mal pie, tienen mucha deuda, están con administraciones deficientes y, en los sistemas de medición, no andan bien. Se necesita una definición. Si hablamos de una reforma en la que se bajarán los intereses del crédito, habrá más becas, y se van desburocratizar las instituciones, perfecto, sí, eso ayuda, pero eso no es una reforma si las universidades regionales siempre estamos a la cola de las de Santiago. Una universidad no es más universidad por la cantidad de estudiantes que tenga ni por la cantidad de académicos o departamentos. Una sola universidad con mil estudiantes, abocada totalmente a su finalidad, en cuanto tal, y medible con criterios cuantificables, puede ser más universidad que otra que tenga 20 mil estudiantes. Eso sí se puede medir. Hoy, casos como el de la UTALCA, que tiene poco más de siete mil estudiantes, son más universidades que otras que tienen una matrícula mayor, justamente, porque rinden muy bien, cuentan con un proyecto sólido y coherente, que va de la mano con el lugar donde se encuentra, la región.
El despertar, puertas adentro
¿Cómo evalúas la participación de los estudiantes de la UTALCA?
En Talca se está prendiendo el ambiente. Si bien, se puede percibir que la participación es baja, también hay que considerar otros aspectos. El perfil de los estudiantes que están acá, es un estudiante que viene a sacar su carrera. Son de los quintiles más bajos de la sociedad, por tanto un semestre que se retrase, es plata y peligra su carrera. Eso es un tema. El otro, es que tenemos una carga académica exigente y el estudiante acá es bastante responsable a la hora de decidir si va o no a una clase. Sin embargo, la contingencia nacional ha hecho que el estudiante despierte. Hemos participado en movilizaciones. Eso da indicios de gente con ganas de participar. Y lo hace con mucha conciencia, porque sabe lo que cuesta estar acá. Sabe el esfuerzo que hace y el que hacen sus padres. Esa premisa lo hace saber que es cierto lo que está ocurriendo y se informa. En ese sentido esa es la invitación que hay que hacer, en la medida en que sus estudiantes se hacen cargo pueden hacer tremendas cosas. Esos estudiantes que hacen tremendos sacrificios por costear su educación y sacar sus estudios y que en sus evaluaciones es muy bien evaluado y también en el mercado labora, son aspectos que también deben ser considerados por las autoridades de Gobierno a la hora de tomar decisiones sobre donde poner los acentos.
¿Se sienten respaldados por las autoridades de la Universidad?
Nos sentimos respaldados por la autoridad académica. Eso habla de que la universidad está con los estudiantes. Eso habla muy bien de los académicos, de la autoridad y de nosotros. Si tú quieres proyectar a una universidad pública, el movimiento estudiantil tiene que trabajar con la institución. Esa es la única forma de obtener avances significativos. Cuando ambos se juntan, todo anda muy bien.