“No leerás”

Dra. Ximena Troncoso Araos, Escuela de Pedagogía, Universidad Católica del Maule, Sede Curicó.
Paradójicamente, a menudo escuchamos que la lectura está en crisis, que en general las personas leen muy poco y que los niños no quieren leer, aunque hoy en día se publican más libros que antes y son más las personas que acceden a la educación y que saben leer. Si bien es necesario matizar y relativizar diagnósticos tan categóricos como “los niños no leen” o “no saben leer”, es evidente que la lectura compite con otras actividades de nuestro tiempo de ocio, y mayoritariamente lleva las de perder. No deja de llamar la atención que se reconozcan los beneficios de la lectura a la vez que se diagnostique escaso interés por esta actividad, especialmente por la lectura de libros.
Tal vez, en lugar de que se hable de lo importante y lo bueno que es leer, sería más productivo experimentarlo, es decir, leer, acercar los libros a los niños, a los jóvenes, a las personas: hablar menos y leer más. Los niños no van a querer leer porque un adulto les diga que leer es bueno; es más, esto sería un motivo de sospecha o de rechazo para un niño, como la sopa para Mafalda. El escritor Daniel Pennac (Como una novela) plantea que el propósito de acercar los libros y la lectura a los niños no es que todos sean lectores, sino que puedan elegir serlo. La lectura como dogma no ha dado ni está dando buenos frutos, al punto que podría parecer más efectivo cambiar el “mandamiento” “leerás” por “no leerás”.
¿Qué factores inciden en la formación de lectores? Uno de ellos es la familia: que haya libros en casa, que los progenitores lean, que hablen de libros, que cuenten relatos, que lean cuentos y poemas, que canten, que hagan juegos de lenguaje, que lleven a los niños a librerías y ferias del libro, que se asesoren por especialistas; todo ello, en un clima distendido, de afecto y real interés. Algunos dirán que es ilusorio esperar eso de la mayoría de las familias chilenas, por razones socioeconómicas y culturales. Digamos que es difícil actualmente.
Lo anterior nos instala en la complejidad del tema, y es que la lectura concierne a la sociedad en su conjunto. Las políticas públicas también juegan un papel en esto. Así, por ejemplo, el argumento que se ha esgrimido para no quitar o disminuir el IVA al libro es perverso: se ha pretendido justificar con que las personas de todas maneras no van a leer. De esta manera se desvía la pregunta que interesa: ¿por qué el IVA al libro en Chile es unos de los más altos del mundo?
El tema del libro y la lectura nos lleva a interrogarnos por la sociedad que somos, con una educación que replica las diferencias y exacerba la competencia. En este escenario, la labor de la escuela podría aportar (en conjunto con acciones políticas de cambio social y económico) si se generan ambientes propicios para acercar a niños y niñas a la lectura, si leemos y seleccionamos obras de calidad y potencialmente atractivas para niños y jóvenes, si entendemos que leer no tiene por fin obtener una nota o un puntaje en una prueba; si practicamos la lectura en diálogo con otros, con nuestro mundo personal y con lo que nos rodea, si damos lugar a la lectura como regalo y no como castigo.

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