El trabajo conjunto de los funcionarios municipales y las familias que viven del mar logró que la Fiesta de San Pedro en la caleta de Llico, comuna de Vichuquén, resultara todo un éxito.
La mezcla correcta entre religiosidad y celebración al santo patrono de los pescadores, han transformado esta fecha en la fiesta popular más importante de la costa maulina.
Los mil 500 visitantes y turistas que llegaron este sábado 29 de junio hasta la costa de la comuna de Vichuquén, fueron recibidos con la música de bandas juveniles locales más una feria de artesanos y productores alimentarios locales.
A primera hora, un centenar de atletas provenientes de Hualañé, Nancagua, Rauco y Constitución más los corredores de la comuna anfitriona participaron de la Cuarta Corrida de San Pedro. Premios en efectivo por 300 mil pesos se distribuyeron entre los ganadores de las categorías que compitieron en circuitos de 3 ó 10 kilómetros.
En la laguna de Llico, cinco embarcaciones de pescadores engalanadas acompañaron la romería marina en honor a San Pedro. Al término, una misa a la chilena celebrada por el presbítero Ricardo Varas reunió a los fieles y autoridades presentes, encabezadas por el alcalde Román Pavez López, el senador Andrés Zaldívar, el diputado Roberto León y representantes de la Armada y Sernapesca.
En tanto, miembros de los sindicatos de pescadores “Manuel Véliz” y “Presidente Balmaceda” más el sindicato de mujeres orilleras “Las Gaviotas” calentaban grandes ollas de cobre para cocinar las más de mil raciones de cocimiento marino, que fueron repartidas gratuitamente a los asistentes.
Al compas de música folclórica en vivo, los asistentes degustaron el enjundioso caldo, preparado con 133 kilos de vacuno, 135 kilos de almejas, 100 kilos de choritos, 75 kilos de carne de cerdo, 65 kilos de pollo, 30 kilos de longanizas, 300 cebollas, 20 kilos de zanahorias, aliños varios y 50 litros de vino blanco, todo acompañado de 20 kilos de limones y 600 unidades de marraquetas.
Con todo, los agradecidos asistentes a la Fiesta de San Pedro en Llico bailaron hasta las 9 de la noche al compás de la Sonora Karabeña, no sin antes terminar con el caldillo calientito que volvió a hervir en las ollas de cobre.