Libro analiza “El teatro chileno en los campos de concentración”

Una tabla de salvación de su integridad como personas, fue el teatro para muchos presos políticos que desarrollaron esta actividad durante su cautiverio en los tiempos de la dictadura militar. De esto da cuenta el libro “Teatro chileno en los campos de concentración”, del actor y escritor Alejandro Ramírez, presentado en la sala “Emma Jauch” del Centro de Extensión de la UTALCA.
Ramírez llevó a cabo una investigación sobre el tema, tras conocer testimonios de personas que buscaron en el teatro una forma de sobrevivir a la tortura. El resultado de su trabajo es el mencionado libro, editado por Teatro Mestizo, al que pertenece el autor, quien a través de un monólogo y de un diálogo con el público se refirió a su obra.
Los primeros antecedentes sobre teatro en los lugares de detención, le parecieron algo propio del surrealismo, “que junto a lo que fue la tortura, los abusos, las desapariciones, hubiera gente con temple de hacer teatro”. Sin embargo, al profundizar en este fenómeno, concluyó que “era una forma de decir estoy vivo y entero, a pesar de todo, puesto que lo que buscan con la tortura es anular al sujeto que está dentro del cuerpo”. Agregó que así como algunos hacían teatro, otros recurrían a la artesanía o al folclor.
Ramírez explicó que los numerosos prisioneros que vieron en el teatro una forma de mantener la vida, lo hicieron porque hasta 1973 el teatro chileno tenía una identificación social y los “teatristas” se vinculaban con los procesos sociales y políticos, a diferencia de lo que ocurre actualmente en que muchos estudian teatro solo “porque quieren ser rostro de algo”. Por lo mismo, aseguró que si hoy se volviera a vivir una situación como la dictadura de 1973, los prisioneros no harían teatro, “tal vez cueca brava, que hoy tiene mucha fuerza, o hip hop”.
Asimismo, reveló que ninguno de esos actores de prisión siguió haciendo teatro cuando volvieron a ser libres, sino que retomaron sus actividades anteriores.
El libro incluye diversos testimonios, incluso una entrevista a Isidora Aguirre, que el autor realizó poco tiempo antes que ella muriera. También, entre otros, a Ana María López, Chino Navarrete, Roberto Castillo, personas que hicieron teatro en exilio y en dictadura.

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