Hay días (o semanas) en los que todo sale al revés. Por ejemplo, cuando la lluvia frustra tu intención de acabar con todas esas lavadoras acumuladas (otra vez, la ropa interior), las reuniones y las presentaciones que no cesan…y entre tanto estrés, ¿te pica la piel como nunca? Pues si todo esto te resulta familiar, que sepas que no es una casualidad.
Un estudio publicado en la revista International Journal of Dermatology, el estrés activa el hipocampo, la misma zona del cerebro en la que se procesan las señales de picor.
Aunque no se puede hacer nada para acabar con esta conexión hay antihistamínicos que pueden actuar en tu cerebro calmando esas zonas del cuerpo que normalmente se alivian cuando te rascas. Así que, también puedes liberarte de esa sensación sin necesidad de recurrir a tus uñas.
Pero dicho esto, la mejor solución a largo plazo es dejar de enviarle a tu cuerpo señales que le hagan enloquecer. Y no estamos hablando de soluciones complicadas. Es tan sencillo como calmarte. Así, la próxima vez que entres en pánico o la ansiedad se apodere de ti, empieza a respirar tranquilamente. Sé consciente de ese momento. Inspira y exhala el aire. Tan simple como beneficioso.
Si empezamos por calmar nuestros pensamientos y actuamos en nombre de la relajación, nuestra piel (también) notará los efectos.
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