Fútbol y masas: Noventa minutos de pasión, identidad y pertenencia

El académico de la Facultad de Psicología de la Universidad de Talca, Ismael Gallardo, analiza el fenómeno del fútbol y cómo éste determina el sentido de pertenencia de los chilenos y devela los aspectos que caracterizan la identidad nacional.

Una instantánea muestra la algarabía por el triunfo de Universidad de Chile, con el que logra ser campeón del Torneo de Apertura. Cinco días después, una pareja se besa apasionadamente en medio de incidentes, tras un partido de hockey en Canadá. En

Buenos Aires, River Plate desciende a la segunda división del balompié trasandino y sus adeptos causan destrozos en su estadio. Por estos días, la postal la componen miles de chilenos en Argentina, siguiendo los partidos de la Selección Chilena de Fútbol en la

Copa América.
La imagen se ha repetido por años. Está grabada en nuestras retinas, quizás con la misma profundidad que la de aquel día en que nació nuestro hijo o cuando recibimos nuestro título profesional. Pero, ¿qué fenómeno nos hace aferrarnos a una causa, grupo

o símbolo, a una circunstancia trascendental? ¿Qué es lo que nos hace hinchas? La explicación está directamente relacionada con el sentido de pertenencia que todos, otros más, otros menos, pero sin excepción alguna, llevamos adosado a nuestras vidas. A través de él, lo que se persigue es satisfacer aquello que consideramos valioso, vital.

“Eres hincha de tu familia, de tu trabajo, de un equipo de fútbol, en la medida en que sientes que esa persona, esa tarea, ese grupo, lo que hace es satisfacer algo que para ti es importante”, señala Ismael Gallardo, académico de la Facultad de Psicología de la Universidad de Talca.
Quienes se declaran hinchas no responden a cánones antinaturales. Tampoco lindan en el desquicio. Lo que ocurre es algo muy propio de los grupos sociales. La adhesión a un grupo se traduce en una transformación de la conducta, una variación del comportamiento que, difícilmente, podría lograrse en privado.
“Las personas que son hinchas no son distintos ni tarados ni nada. No tienen ningún calificativo individual distinto. No se trata de una doble vida, es la misma. Lo que ocurre es que hay aspectos importantes de esa vida para ti, que para otros no lo son, y que hacen que alguien que lo ve de afuera, crea que ese abogado que va el domingo a cantar al estadio y el lunes está en tribunales, es un loco”, sostiene Gallardo.

Identidad y pertenencia
La transformación conductual no es un cambio de fondo, sino más bien un fenómeno de adaptación de cada individuo, asociado a la necesidad de pertenencia a un grupo que está condicionada por el deseo y la voluntad de pertenecer a él, porque ese colectivo determina una parte importante de los que somos.

“Todos los grupos son importantes para quien desea permanecer en ellos y determinan gran parte de lo que uno es. Las personas poseen identidad social y ésta se define según percibes el mundo y, además, por las experiencias basadas en la relación con otras personas”, señala el académico.

Todo ello tiene que ver con la búsqueda de la alegría, la que se ve resuelta cuando se manifiesta socialmente, sin importar si hay un vínculo más específico o cercano con aquello que provoca el bienestar colectivo.

“Cuando tú perteneces a un grupo, ese grupo lo que hace es ejecutar conductas que son correctas, y eso te hace bien, vale la pena. Porque satisface tu necesidad de pertenencia. Ser del equipo que salió campeón mejora tu estima. Por eso el lunes la marraqueta es mas crujiente”, dice el especialista.
¿Cómo se enfrenta el momento del fracaso, luego de todas las expectativas? Gallardo explica que en ese momento comienza el proceso de racionalización y el hincha comienza a externalizar las causales de ese fracaso.

“Uno siente la injusticia y que lo ocurrido no es causa tuya ni del equipo, sino de algo externo que esta afectando. Ese fenómeno se llama el error último de atribución, que es cuando el fracaso se atribuye a causa externa, y lo mismo para el éxito del rival.

Pero cuando es tu equipo el que triunfa, sí son causales internas, propias”, explica.

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