Experto de UTALCA llama a tener una “cultura de la inocuidad” para combatir los peligros alimentarios responsables de más de 200 enfermedades

El pasado 7 de junio se celebró el primer Día Mundial de la Inocuidad de los Alimentos, instaurado por la ONU, que tiene como objetivo: llamar la atención e inspirar acciones que ayuden a prevenir, detectar y gestionar los riesgos transmitidos por los alimentos, contribuyendo a la seguridad alimentaria, la salud humana, la prosperidad económica, la agricultura, el acceso a los mercados, el turismo y el desarrollo sostenible.

En ese marco, el director de Transferencia Tecnológica de la Universidad de Talca, Michel Leporati, quien fue secretario ejecutivo de la Agencia Chilena para la Calidad e Inocuidad Alimentaria (ACHIPIA), hizo un llamado a promover una “cultura de la inocuidad”.

A juicio del experto, si bien las regulaciones para el control de alimentos son cada vez más sofisticados, la pérdida de inocuidad de los alimentos sigue siendo un problema que afecta la calidad de vida de millones de personas a nivel global.

En ese sentido, el académico recordó el estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) “Estimación de la carga mundial de las enfermedades de transmisión alimentaria”, publicado en 2015, que consigna que existen 31 peligros alimentarios responsables de 200 enfermedades transmitidas por los alimentos (ETA’s), las que tiene efectos agudos y/o crónicos sobre la salud de las personas, provocando anualmente cerca de 600 millones de enfermos, de los cuales 420.000 mueren, siendo el 28% de ellos niños menores de 5 años.

Esto, advirtió Leporati, “representa una pérdida de 33 millones de Años de Vida Ajustados por Discapacidad (AVAD), y a esto debemos agregar 40 millones de muertes anuales por enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT), altamente correlacionadas con el sobrepeso y la obesidad”.

“Sin duda son cifras alarmantes, no solo porque representan un daño directo a la salud, bienestar y calidad de vida de las personas, sino que también daños económicos por sus impactos en la producción, el comercio, los sistemas de salud, el ausentismo laboral, entre otros aspectos”, recalcó.

Por ello, declaró que hay que tomar en cuenta que “existen peligros biológicos que, en condiciones de cambio climático, de intensificación del comercio y bajo nuevas condiciones de producción de la industria, presentan dinámicas evolutivas y de adaptación que provocan la re-emergencia de peligros ya controlados. De igual modo, surgen nuevos; se expanden a nuevos territorios; se modifica su configuración y patogenicidad y desarrollan resistencia a fármacos, haciendo de su prevención y control una tarea crecientemente compleja”.

Asimismo, “hay una creciente incidencia de peligros químicos sobre los que cada vez se tiene mayor evidencia científica respecto de los riesgos que representan para la salud de las personas, y para los cuales el avance tecnológico ofrece cada vez mayores posibilidades analíticas y diagnósticas”.

“Por último, existen nuevas problemáticas, tales como la intensificación de las alergias y las intolerancias alimentarias y la irrupción de una oferta excesiva en alimentos ricos en nutrientes críticos, que, junto a malos hábitos de consumo, han derivado en una verdadera pandemia de sobrepeso y obesidad con consecuencia graves en la presentación de cuadros de enfermedades crónicas no trasmisibles”, indicó Leporati.

De acuerdo a Michel Leporati, la inocuidad debe ir más allá de sus dimensiones técnicas, debe ser un compromiso ético del conjunto de la sociedad, “como una conducta responsable de cada uno de los individuos, como la manera correcta de hacer las cosas, más por convicción propia que por exigencias de terceros, es el gran desafío que se nos plantea desde este nuevo enfoque”. ​

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