Trabajar sin culpa es el gran desafío que muchos padres y madres enfrentan a diario. Cumplir con obligaciones laborales y familiares en un entorno cada vez más competitivo se ha transformado en una ecuación difícil de nivelar, transformándose en una poderosa fuente de stress que deja repercusiones en el hogar.
Hasta qué punto dar más o menos relevancia a uno u otro factor es la pregunta que muchos se hacen y para la cual el académico de la Facultad de Psicología de la Universidad de Talca, Andrés Jiménez, entrega algunas luces.
“El equilibrio trabajo-familia consiste en compatibilizar en tiempo, compromiso y satisfacción las demandas de una esfera sobre otra, las cuales pueden tener un impacto positivo o negativo en la medida que puedan establecerse estrategias adecuadas en el ámbito personal, familiar y organizacional”, explicó.
Especialista en investigaciones sobre Calidad de Vida, Jiménez advirtió que la estructura laboral en nuestro país no favorece la sana combinación de estos factores.
“Estamos inmersos en un ambiente competitivo, donde se exige ser productivo dada la selectividad laboral y especialización, por lo que el sentimiento de culpa se experimenta tanto en cantidad de horas de dedicación como en la calidad de la relación, mermando el funcionamiento familiar que se traduce muchas veces en la búsqueda de mecanismos compensatorios en la relación. Los roles parentales muchas veces han sido delegados al colegio u otros familiares cercanos, tratando de responder en un ámbito en desmedro del otro”, planteó.
Para graficar la magnitud del problema el especialista entregó un dato inquietante. “Los últimos reportes apuntan que los chilenos trabajan 46,6 horas semanales y ha crecido la tendencia de hacerlo los fines de semana, lo que afecta directamente el tiempo dedicado a la familia, lo que trae consigo un conflicto de roles afectando al trabajador”, advirtió.
Este cuadro se torna aún más complejo para las mujeres, ya que la estructura social predominante en Chile lleva a que deban asumir jornadas aún más extensas.
“Lamentablemente, todavía subsiste la tendencia a no existir un trabajo familiar equitativo en nuestros hogares, teniendo ellas que asumir una doble jornada, no encontrándose los adecuados apoyos en las tareas de crianza, cuidado y relaciones familiares satisfactorias”, subrayó.
MATERIALISMO
“Regalonear” a los hijos con más obsequios y menos castigos es una tendencia que muchos padres y madres han adoptado en compensación por el menos tiempo dedicado a ellos.
“Se ha constatado que al no poder compensar adecuadamente las labores familiares propias del hogar por ejemplo, de crianza cuidado, se ha tendido a reemplazar esta ausencia con bienes materiales cada vez más ilimitados”, reveló el psicólogo de la UTALCA.
Agregó que las consecuencias de esta conducta no se han hecho esperar. “Esto ha repercutido negativamente en los estilos de crianza de los hijos tornándose cada vez más en estilos permisivos y muchas veces con una pérdida de autoridad en el plano familiar. Esto a su vez ha hecho que la compensación genere una demanda inadecuada de parte de los hijos y ambivalencia en los modelos referentes de la función parental”, detalló.
ESTADO Y SOCIEDAD
Jiménez señaló que la incompatibilidad entre la vida laboral y familiar no debe ser considerado como un problema sólo del trabajador, pues las consecuencias se hacen sentir en todos los planos; a nivel personal, por el deterioro de la salud y el desarrollo de la percepción de que son “malos padres”, y, además, estrés laboral, depresión y una tensión progresiva.
“Todos estos elementos son transferidos al ámbito laboral, ya que se ha demostrado que se traducen en problemas de desempeño laboral, ausentismo, compromiso, satisfacción laboral y productividad.
Frente a este diagnóstico Andrés Jiménez sostuvo que junto a la responsabilidad personal, también es necesario que todos los actores sociales tomen cartas en el asunto.
“El Estado velando por el cumplimiento de la normativa laboral en torno a la protección de la maternidad y de los derechos de los trabajadores y, la empresa, considerada como un actor clave, ya que hemos constatado que aquellas organizaciones que presentan una cultura y políticas familiarmente responsables tienen trabajadores comprometidos, satisfechos y mejores desempeños”, afirmó.
En este sentido, la Especialista Principal en Pequeña Empresa y Desarrollo Local de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Linda Deelen, afirmó que si bien el Estado ha centrado sus esfuerzos en impulsar la incorporación de la mujer al mundo laboral, está aún en deuda con el diseño de políticas orientadas a promover la responsabilidad compartida del hogar y los hijos.
“En Chile se ha avanzado mucho en la protección de la maternidad y en la disponibilidad de salas cunas y jardines infantiles. Ahora es importante asegurar que el derecho al cuidado de los niños sea un derecho de la madre o del padre trabajador(a) y no exclusivo de las mujeres, para evitar discriminación en el mercado laboral y avanzar hacia una sociedad en la que hombres y mujeres realmente sean co-responsables de las tareas de cuidado”, manifestó.
La analista de la OIT añadió que en esa tarea las prácticas empresariales son también un factor determinante.
“Las medidas para la conciliación trabajo y familia así como el ambiente laboral influyen en las posibilidades de los trabajadores y las trabajadoras de conciliar sus compromisos familiares con el trabajo remunerado sin niveles de stress y agotamiento inaceptables. Se trata de avanzar no sólo en mecanismos de cuidado infantil, sino también en horarios flexibles, teletrabajo y trabajo a tiempo parcial”, subrayó.
Deelen sostuvo que en esta ecuación a los sindicatos también les cabe una tarea relevante. “Juegan un rol importante en la definición de estos mecanismos, en las empresas y en la sociedad en general”, sentenció.
TIEMPO DE CALIDAD
Ante el actual escenario, el psicólogo de la UTALCA recomendó tomar las previsiones para que el tiempo que se dedique a la familia sea realmente para ésta, sin interrumpirlo con preocupaciones relacionadas con el trabajo.
Asimismo, sugirió establecer objetivos realistas con expectativas familiares y laborales claras, fomentando el apoyo mutuo, respetando las diferencias individuales que se refleje en una relación familiar y de pareja en que prevalezca el respeto mutuo y una distribución equitativa de poder y responsabilidades.
“Calidad significa convertir el proyecto familiar como una opción menos pesada, aceptable, en el que ninguno de los integrantes sea sacrificado al cuidado de los hijos”, sentenció.