Entendiendo al hombre que acude a la prostitución

Sobre la prostitución existen muchísimas ideas preconcebidas y muchísimos prejuicios, principalmente sobre el tipo de personas que acuden a ella, en su mayoría hombres. Pero, ¿alguna vez te has preguntado qué te podría llevar a contactar a una profesional del sexo? Porque sí, hay putas en Chile para ti pero, ¿por qué hacer uso de sus servicios? En las próximas líneas intentaremos comprender cuáles son los motivos que llevan a los hombres a la prostitución, desmontando algunos mitos.

Ante todo, la primera cuestión que aparece cuando se habla de prostitución es que los clientes son, en general, explotadores, abusadores sexuales, misóginos, pervertidos, etc. Sin embargo, ¿realmente se cumple este perfil? Aparentemente no (y con esto no queremos decir que no existan ese tipo de clientes, solo que no es ni el más común ni el único). Lo cierto es que el estereotipo del consumidor de prostitución no suele cumplirse más allá de los datos que exponen que solo 4 de cada 10 usuarios son solteros.

Según estudios, el cliente más común es aquel que acude a los servicios de escorts o que visita burdeles. Este suele ser un consumidor formado y con dinero. El arco de edad de personas que frecuentan a profesionales del sexo es variado, pero los que acuden más veces son los hombres que se encuentran entre los 30 y 50. Podríamos decir que, pese a que todas las trabajadoras sexuales pueden haberse encontrado en situaciones desagradables, lo cierto es que el perfil de cliente más común no busca un cuerpo pasivo sobre el que descargar su sexualidad.

Entonces, ¿qué es lo que les hace acudir a la prostitución? Distintas cuestiones, muchas de ellas relacionadas con el deseo ante prácticas sexuales estigmatizadas o la carencia de sexo en casa, sí, pero también por motivos relacionados más con la mente que con el cuerpo.

Uno de los principales motivos que lleva a los hombres a la prostitución es la autoestima; problemas de autoestima, miedos, complejos que quieren subsanar (o parchear) a través del servicio de estas trabajadoras. Hombres con problemas de erección, que consideran que su pene no es lo suficientemente grande, que creen que sufren de eyaculación precoz (o que, efectivamente, lo son), que consideran que no saben coger… Las opciones en este caso son tan variadas como los miedos relacionados con la sexualidad que sufre nuestra sociedad, que en gran parte son culpa de una educación sexual deficiente durante la juventud.

Relacionado con lo anterior, existe también el cliente que acude a escorts o a burdeles buscando explorar su sexualidad. La religión y una sociedad que hace del sexo un tabú se combinan en un cóctel peligroso que rechaza los deseos que se salen de la norma, lo que inhabilita la sexualidad no normativa. Es en este contexto que muchos hombres, ante el miedo a expresar estos deseos a sus parejas, deciden acudir a las profesionales para explorar su sexualidad, ya que en ese espacio no se sienten juzgados.

Pero también existe el consumidor que contacta con trabajadoras sexuales y no tiene sexo con ellas. Aunque quizás no sea el cliente más frecuente, algunos hombres requieren un tipo de conexión emocional que no tienen disponible en su vida diaria y por eso acuden a las profesionales. Hombres con problemas de pareja, con problemas de trabajo, que se sienten solos y que solo buscan alguien con quien hablar y sentirse acompañados, alguien que les abrace y les consuele, en cierto modo como si la prostituta ejerciera de madre. Por supuesto, en algunos casos estos mismos hombres, con estos mismos motivos, también acaban practicando sexo, pero, como decíamos, el impulso que les lleva a ello en primera instancia no es sexual (o al menos no exclusivamente sexual).

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