El nuevo CORE y la cultura

Este 17 de noviembre, por primera vez los habitantes de la Región del Maule podrán elegir a los integrantes del Consejo Regional, Core. Este órgano asesor del Intendente se encarga –entre otras tareas– de discutir y aprobar los planes de desarrollo regional y sus respectivos presupuestos. El Core realiza una labor muy importante, ya que tiene voz y voto sobre las inversiones en materias sociales, deportivas, de seguridad ciudadana y, por supuesto, culturales. Sobre este último ámbito, quisiera plantear algunos desafíos pendientes que tendrá el nuevo Consejo Regional.

El nuevo Core deberá discutir, proponer y definir el papel de la cultura en el desarrollo económico y social de la Región del Maule. Cada vez son más los países, regiones y ciudades que ubican la cultura como un elemento central entre sus estrategias de desarrollo. Es el caso de Bogotá, que durante los últimos años ha implementado un ambicioso plan cultural que ha incluido el fortalecimiento de la oferta artística, la construcción de bibliotecas y centros culturales y la revitalización de barrios patrimoniales, entre otros aspectos. Gracias a esta intervención, actualmente Bogotá se ha transformado en una de las principales capitales culturales de Latinoamérica, siendo visitada actualmente por miles de turistas de todas partes del mundo. En Chile también tenemos algunos ejemplos: la ciudad de Valdivia ha potenciado su identidad a partir del valor que se le ha dado al desarrollo de las artes, las ciencias y la cultura. Hoy en día, Valdivia es percibida como una ciudad cultural y uno de los lugares con mejor calidad de vida del país. Los ejemplos anteriores nos muestran que la cultura no es un elemento decorativo y superficial, sino todo lo contrario: es un componente fundamental para el desarrollo de una comunidad. Poner la cultura al centro del desarrollo regional trae consigo incontables beneficios sociales y económicos para los habitantes de un territorio.

También el Core deberá establecer un diálogo fluido y permanente con otros órganos del Estado, como el Consejo Regional de la Cultura y las Artes, la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos y el Consejo de Monumentos Nacionales –o bien con el Ministerio de la Cultura en caso de que el proyecto de ley supere los trámites legislativos–. Esto permitirá definir y coordinar estrategias de trabajo conjuntas que permitan integrar la Política Cultural de la región a la Estrategia de Desarrollo Regional y así establecer criterios comunes en la asignación de recursos de parte de los principales fondos de financiamiento de las artes y la cultura, como son el 2% del FNDR y los fondos del CNCA.

En lo inmediato, al interior del Core se deberá discutir y definir de qué manera se destinarán los fondos del 2% del FNDR de cultura para los próximos años. Durante el presente año, el Core asignó de manera directa $948.913.486 para el funcionamiento del Teatro Regional del Maule, mientras que vía concurso para el resto de las iniciativas culturales de la región se destinaron sólo $216.500.000, quedando muchas de ellas sin financiamiento. Es indudable el valioso aporte que realiza el TRM a la difusión de las artes en la región, por lo que el financiamiento a este espacio no se encuentra en cuestión. Sin embargo, en beneficio de la descentralización regional y de un desarrollo cultural equitativo, se debiera apuntar a una mejor distribución de los recursos, de manera de beneficiar tanto al TRM como a las numerosas iniciativas públicas y privadas que se desarrollan en los distintos rincones del Maule, todas ellas de enorme significación e importancia para las comunidades. A lo anterior, se hace necesario contemplar mejoras en el proceso de asignación de recursos en la etapa concursal, para que la ciudadanía y las instituciones culturales que participan en esta instancia, tengan claridad con respecto a la forma y criterios que se emplean en la asignación de financiamiento a un determinado proyecto.

Finalmente, el nuevo Core del Maule deberá tener presente que en la actualidad nos encontramos ante una ciudadanía que demanda más participación, sobre todo en las decisiones que le conciernen y afectan, y el caso de la cultura no es la excepción.

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