Ritmo relajado y sin apuro se observa en las calles maulinas, con peatones y conductores que, además de la especial valorización que tienen de sus tiempos, no respetan normas de seguridad de tránsito. El vicerrector de Docencia de Pregrado de la Universidad de Talca y especialista en el tema, Emilio Moyano, ausculta la realidad de las calles regionales.
Las cámaras de seguridad captan un violento accidente en Santiago. Un vehículo que circula a casi 80 km/h acaba de pasar un semáforo con luz amarilla. Un bache en el pavimento lo desestabiliza y, metros más adelante, impacta de lleno con la reja de un condominio. Tres personas quedan heridas. Dos días después, una de ellas, una niña de 7 años, fallece como consecuencia de las lesiones provocadas por el choque.
Múltiples factores se conjugan para gatillar una tragedia como ésta. Sin embargo, dependiendo de la región o ciudad, los factores que intervienen son muy diferentes y condicionan los tipos de accidentes que se producen con mayor frecuencia. Algunos de ellos son el tamaño de la ciudad, la cultura de sus habitantes, el ritmo de vida predominante y la infraestructura vial. Pero el detonante común, en todo lugar, es sólo uno: el error humano.
“Las provincias tienen un ritmo de vida más tranquilo, y esto se refleja en cómo la gente se moviliza, tanto a pie como en auto”, explica Emilio Moyano, vicerrector de Docencia de Pregrado de la UTALCA y experto en seguridad de tránsito. Ubicado en la Plaza de Armas de Talca, el académico observa cómo un grupo de peatones cruza la calzada por el paso cebra, pero con el semáforo en rojo. Un estridente bocinazo los alerta y corren para evitar el atropello. “Las personas se lo permiten en ciudades pequeñas, por eso rompen las normas y cruzan en luz roja aunque sepan que es una falta. Cruzan a mitad de cuadra, porque les ayuda el escaso flujo de tránsito”, explica Moyano.
Sobre el perfil del peatón y conductor maulino, sostiene que tiene una conducta más pausada, pues valora el tiempo de manera distinta a la de quienes habitan las grandes urbes. “La gente se desplaza a un ritmo más lento y quien anda apurado, rompe la armonía del estilo dominante, pacífico. Aquí la gente tiene otra valorización del tiempo. Esto genera un comportamiento de tránsito en el que la gente considera que alguien que anda apurado es un foráneo o es agresivo. No siempre se respetan los espacios ni tiempos de los demás. Y eso se puede ver cuando la gente se detiene a conversar en las veredas e interrumpe el paso, lo que no pasa en ciudades grandes”, advierte.
La bicicleta
La actitud descuidada involucra dramáticamente a los ciclistas. De acuerdo a lo expresado por Emilio Moyano, por lo general, se trata de conductores (ciclistas) que no consideran medidas de prevención y protección al circular por las calles y caminos, y no manejan la normativa de tránsito.
“En investigaciones de la Universidad de Talca, nos hemos dado cuenta de que los ciclistas desconocen las normas que existen para circular en bicicleta y los implementos básicos que deben tener para transitar, como luces, cascos y papel reflectante. Incluso sabiendo que Talca es una ciudad con densas neblinas, que estorban la visión de las personas. Lo que es dramático en la Región del Maule, es que se mueren más ciclistas que en todo Chile”, comenta.
Entre los factores que inciden en la gran cantidad de accidentes que ocurren en la región y, en general, en nuestro país, Moyano advierte que a ellos se suma la difusión de publicidad que confunde a las personas. “En Chile debería existir tolerancia cero al consumo de alcohol en la conducción. Que las mismas compañías de alcohol propicien seguridad de tránsito no me gusta, porque es una manera extraña de incentivar la prevención. La publicidad dice beba con moderación, pero lo que quieren decir es “beba de todas formas”. ¡Y el mensaje que tiene que aparecer es no beba ni una gota! Siempre he sido crítico de que ellos hagan publicidad de seguridad de tránsito, porque eso vincula dos cosas que son antiéticas. El alcohol es un factor de riesgo en tránsito y es ambiguo unirlos en publicidad”, reflexiona.
“No hay educación vial”
Los comportamientos irresponsables y temerarios tienen su origen en la nula educación a edad temprana. Moyano indica que otro elemento que atenta contra la seguridad es la política de fiscalización laxa de la autoridad. “No hay educación vial ni de tránsito y tampoco hay un comportamiento de la policía, que advierta cuando no cuentan con los implementos necesarios y curse al menos partes de cortesía. Pero si la policía no da abasto para controlar la velocidad en Talca, deberían poner radares, aumentar las tecnologías, cámaras, semáforos con tiempo y sonido”, propone el experto.
Para el académico, se hace necesario reforzar los controles, porque sin educación en la infancia, concientizar y generar conductas adecuadas se vuelve muy complejo. “La educación tardía es menos eficaz, porque cuesta que la gente lo internalice como hábito. Si lo hacen desde pequeños, aprenden muy bien las normas de tránsito. Los suecos dicen que las normas de tránsito comienzan cuando las mamás sacan a sus hijos del hospital: en Chile los sacan envueltos con un moisés de género y los ubican con cuidado en el auto. En Suecia deben hacerlo en sillas especiales”, ejemplifica