Es el retrato de uno de los lugares más peligrosos en Argentina, ubicado en las afueras de Buenos Aires, visto desde una óptica pacífica.
En lugar de la continúa violencia que afecta a Villa La Carcova por la lucha entre dos pandillas rivales, las imágenes que ofrece el fotógrafo Sebastián Gil Miranda muestra a niños jugandos, protegidos por las paredes que les ofrece el proyecto social «Uniendo Caminos», en el centro educativo José León Suárez.

Su serie «Dispara balones, no armas» fue premiada en los Sony World Photography Awards 2015 en la categoría Campaña, por lo claro de su mensaje y la simplicidad de las imágenes.
Los niños entre 6 y 11 años que se ven jugando en el patio trasero de la iglesia tienen hermanos, padres u otros familiares o amigos que forman parte de las pandillas, por lo general en bandos opuestos.
Es posible que ellos se conviertan en la siguiente generación de violencia, por lo que el proyecto trata de ofrecerles una alternativa para escapar de ese desolador futuro.