Dignidad y calidad en la educación

Este mes aparece el último libro de Mario Waissbluth, Coordinador Nacional de Educación 2020, en él plantea la necesidad de un cambio de rumbo en nuestra forma de administrar la educación y por sobre todo se detiene en el “ninguneo”. Este concepto aparece y se hace concreto “por las condiciones de pobreza en que viven, por las condiciones de violencia en el barrio o en su propio hogar, o tal vez son algunos de los 219 mil niños que hacen trabajo infantil. Una verdad inconveniente: según el 4º Estudio de Maltrato Infantil UNICEF 2012, “el 71% de los niños y niñas recibe algún tipo de violencia de parte de su madre y/o padre; un 51.5 % sufre algún tipo de violencia física; el 25.9% de los niños y niñas sufre violencia física grave”.

Este escenario, sin duda, complica el proceso de formación de cualquier persona, más si viene acompañado de la violencia la cual se gesta, según Waissbluth por “la internalización de sucesivas experiencias de vergüenza, humillación y violencia familiar o barrial. Se acumulan sentimientos de hostilidad y rabia, que imprevistamente explotan. Eso es lo que está ocurriendo en Chile. Hemos creado guetos urbanos. A través de nuestras subsidiarias políticas de “apartheid educativo”, muy autóctonas e inéditas en el mundo, también hemos creado guetos socioeducativos desde jardín infantil hasta enseñanza media, aún más segregados que la segregación barrial”. Esta radiografía cruda debe ser una de las principales tareas de este nuevo rumbo que la educación debe encaminar, esto porque no sólo la calidad se grafica en índices, sino en la validación de la dignidad de las personas independiente a la realidad de donde provienen.

La desigualdad del modelo chileno se vive desde la sala cuna, en la primaria y sobre todo en la educación superior, por ello como Centro de Formación Técnica San Agustín, que surge desde la convicción de nuestra Iglesia diocesana, tenemos la absoluta certeza que la educación se debe basar en el respeto a la dignidad de las personas y esa dignidad se respeta entregando calidad de servicio en cada aspecto que rodea la tarea de formar, pues asumir esta responsabilidad de educar implica un esfuerzo por aportar a subsanar esa exclusión, buscando que los jóvenes, que en algún momento vivieron ese “apartheid educativo” sientan que en nuestra casa de estudios se quiere remediar tal injusticia.

Nuestra visión institucional se centra en aspira a ser una alternativa cristiana a la educación superior, a través de la oferta de formación de calidad con el fin de formar profesionales calificados y competentes con sólidos valores éticos, morales y sociales. Y para ello hemos concretado grandes esfuerzos que hoy, tras de 25 años de trabajo, nos permiten evidenciar que la dignidad de nuestros alumnos, profesores y administrativos es una de nuestras tareas fundamentales, y es parte central de nuestro plan de desarrollo 2013-2017, esto porque queremos participar en la tarea de hacer de Chile un país más justo, donde nacer en un punto geográfico o en una realidad económica no sea la razón para cortar las alas de quienes quieren surgir.

Genaro Moyano Arcos

Director Sede Linares

CFT San Agustín

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