[Columna] Acusación constitucional, la farándula del estado

Con la finalización de la acusación constitucional al ex ministro de educación Harald Beyer hemos sido espectadores de otro episodio de la debacle en clase política chilena. No estableceré un juicio de valor a la acusación, sin embargo argumentaré mi postura a favor de esta, debido a que el ex ministro tuvo que tomar cartas en el asunto del lucro solo porque la gran bola de nieve que significó que la U. del Mar capotó, y no porque realmente tuviese la intención de frenar la praxis lucrativa de la universidad. Es importante señalar también, que Beyer declaró incompetencia de la institución que representaba en fiscalización del lucro y negó la existencia de este en la votación del informe sobre el lucro de la educación superior.

El show de su interpelación saca a relucir lo patética que resulta nuestra clase política al momento de realizar este tipo de acciones. En primer lugar la acusación constitucional utilizó el lucro denunciado por el movimiento estudiantil, pero se formó y fomentó en la Concertación como revancha por la destitución de Yasna Provoste el año 2008.

El segundo punto y en relación a lo anterior deja en evidencia a políticos que hoy apoyaban a Beyer apelando a institucionalidad del ministerio y al funcionamiento de este, y que en el año 2008 utilizaban el mismo discurso pero en contra de la ministra. Fuimos hoy testigos de la decadente clase política, también, porque parlamentarios del la facción acusadora cambiaron su voto en contra de la acusación constitucional en desmedro del lineamiento concertacioncista, como sucedió con el senador Patricio Walker (DC) o quienes se ausentaron del turno para presentar su argumento (Bianchi) para así parlamentar al finalizar la sesión y aprovechar la pantalla del horario prime de la TV para, en mi opinión, captar la atención de votantes.

El sistema educativo está en crisis, no solo se manifiesta en las aulas y en los resultados de las mediciones nacionales e internacionales, también lo refleja el movimiento social y la agenda política en el congreso. Si bien la destitución del ministro Beyer es un “simbolismo” de la política en mejorar la calidad educativa y el reproche al lucro, queda mucho camino que recorrer aún. No se puede depender de un duopolio político para hacer cambios en la estructura republicana, tampoco de leyes inamovibles por falta de quorum o “reformitas” al sistema educativo en general.

Es preponderante un cambio constitucional que permita el progreso social, por sobre el evidente desarrollo económico, para hacer de nuestro Chile un país equitativo y en cuyas aulas no se reproduzca la vergonzosa inequidad socioeconómica.

Por: Pablo Gatica

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