Cantemos todos de Arica a Magallanes, pero en diferido

Adhiero al ejercicio espiritual del texto “Y Dios está con la U”, publicado ayer por Carlos Valenzuela en este sitio de opinión, relativo a la campaña del hoy campeón de la Copa Sudamericana. En la columna el autor reflexiona sobre la “serie de eventos improbables que evidencian una aureola mística acompañante”, en esa epopeya culminada por los azules anoche en el Estadio Nacional.

Me sumo a la reflexión, creativa y rebelde del autor.

Aunque hoy la U es propiedad de la UDI y Colo Colo de RN, lo hecho por los jugadores es una lección de fraternidad, solidaridad, honestidad, modestia y prudencia en medio de un Chile individualista, coludido, y binominal.
Una final que podría haber unido a todo un país, fue transmitida por los privados de manera diferida anoche, como fiel reflejo del Chile legado por Pinochet y blanqueado por los gobiernos de la eterna transición.
Pero no importa que nos hayan robado todo, hasta el fútbol, porque el fútbol es sagrado como decía Fontanarrosa.

Soy colocolino con raíces wanderinas y creo que este no fue la primera lección mística dada por la U en este año. En la final del apertura la UC llegó, cantando victoria desde el Chile Abc1 y los azules dieron vuelta la llave de manera paranormal.

¿Cómo un club que debería ser sólo bastión de egresados de esa casa de estudios, tiene tanto arraigo en grupos medios y populares, los cuales jamás fueron o serán profesionales?

Sencillo de explicar, el equipo lleva el nombre de una universidad que representa el ideal republicano, ése destruido en gran parte por la revolución armada de derecha del 73. La Universidad de Chile tenía sedes en todas las regiones y siempre estuvo para las comunidades más humildes.
Una de las tareas fundacionales de los golpistas fue destruirla y casi lo consiguen, tanto el Alma Mater como el equipo. Sin embargo, el club logró renacer de la nada en los 90.

No pudieron ni con el crimen ni con el robo. El hincha republicano leal se fue a segunda con el equipo a fines de los 80 y salió a Plaza Italia el 94 a celebrar una alegría real, de ésas que la transición jamás nos dio, pues ganaron sin negociar ni mendigar nada.

Colo Colo es otra cosa, es el equipo de nuestra idiosincrasia y como me dijo un amigo argentino: lo más parecido al peronismo, pues adentro caben todos y encontrarás cualquier cosa, “enhorabuena “, le dije yo.
Por éso, a pesar de ser un albo nostálgico de la prestancia de Mario Osbén y la magia de Caszely, de cuando no existían barras bravas pagados por dirigentes, siempre he sentido que la U no es nuestro enemigo directo de clase, ideología o espíritu.

Como colocolino, siento el clásico espiritual contra la UC. De esa casa de estudios egresaron la pléyade de arquitectos económicos de la dictadura, cuyo anhelo era destruir la casa de Bello. Una pontificia que hasta hoy no pide perdón por su colaboracionismo en la dictadura, totalmente lejana a la herencia humana dejada por Silva Henríquez.
Contra la U, Colo Colo vive el hermoso e indiscutido superclásico deportivo, para ver quien es el mejor en la cancha. Tanto el Colo como la U sumados son Chile. El primero es la esencia del misterio que somos como pueblo, el segundo el ideal de sociedad fraterna a construir. Hasta el gran Leonel jugó en el cacique y nadie se atreve a reprochárselo.
Jodorowsky explicó una vez que el fútbol fue inventado por los rosacruces, inspirados en el tarot. Hay 22 jugadores, la pelota sería la verdad y el árbitro es Dios, fuente de justicia y confusión. El fútbol, por ende, es sagrado.
Los golpistas que compraron la U hace poco, simpatizantes de quienes robaron Chilectra en el 85 y hoy la usan para blanquear su imagen pública, no tienen idea del club adquirido. Siempre les saldrá el tiro moral por la culata, no creían en Sampaoli y no adscriben a proyectos deportivos serios como sus jugadores.

Los 11 de la campaña han dado un mensaje opuesto a sus dueños de la UDI, quienes van a desarmar el equipo. Éstos son el avaro que jamás se sacia, tal como demostró la transmisión en diferido de anoche. No me extrañaría a un Sampaoli, amigo del presidente Correa de Ecuador y cercano al pensamiento de Bielsa, como una piedra en el zapato para ellos en el largo o mediano plazo.
La U de Chile y sus valores republicanos obtuvieron la copa que no pudimos nosotros ganar con tanto dolor el 2006, pero también por todo lo expuesto, nos hace hoy cantar de Arica a Magallanes, aunque sea en diferido.

POR: Rodrigo Quintana

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