Bien zapateado y comido este 18

Llegó el momento del arrepentimiento. Todas esas empanadas, pan amasado, asado por doquier y chicha tomada desde Villa Alegre comienzan a notarse en los kilos demás que subí. No me he pesado, tampoco lo haré, pero puedo ver que el jeans hoy entró a la fuerza.

Con toda mi familia reunida en Vilches, ubicado en la cordillera de Talca, era imposible resistirse a tanta comida. Nos organizamos y partimos cuáles gitanos a disfrutar de ese lugar donde con mucho esfuerzo mantenemos un refugio familiar. Acomodarnos 24 personas en cuatro piezas fue un milagro!! Pero lo logramos. Estuvimos tres días pese al intenso frío que se hacía sentir. Al segundo día de juegos, asados y empanadas comenzó la lluvia. “Todos adentro” gritaba mi abuela de 83 años entre el desorden que se formó por ingresar también las cosas que manteníamos a la intemperie, al lado del quincho improvisado que nos cobijaba por su calor y por permitirnos derretir el queso de cabra que trajo mi madre desde el norte acompañado de un rico mate. Con la intensa lluvia y un corte inesperado de luz nos unimos en el living de la cabaña al lado de la chimenea y con muchas velas. Contamos muchas historias de infancia, nos reímos y hasta comenzamos a hacer pan amasado, claro, ahora me quejo!

Esta celebración de Fiestas Patrias fue genial, llena de encuentros, unión familiar, muchas risas y comida. La tristeza se siente cuando todos comienzan a retornar a sus ciudades y nos vamos quedando solos a la espera de otro fin de semana largo para volver a encontrarnos. Sólo me queda esperar que las cuecas bailadas me hayan quemado algunas calorías o sino, mañana si o si comienzo la dieta.

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