Arquitectura Sustentable: Responsabilidad Histórico-Social

Por: Juan Enrique González Gain, Doctor (c) Arquitecto

Cada vez que escuchamos hablar de “arquitectura sustentable”, lo primero que se nos viene a la mente son conceptos como arquitectura verde, eco-arquitectura o cualquier otra relación con el medio ambiente natural. De hecho, vemos como se ha masificado medios de comunicación que apuntan a la promoción de proyectos sustentables. Todo este panorama es muy positivo, sin embargo, esto es solo una parte de la sustentabilidad.
Un aspecto que muchas veces se queda atrás en el debate -y también en las construcciones- es la sustentabilidad histórico-social. Se ha notado una falta en crear mayor conciencia social y cultural sobre la necesidad de incorporar criterios de diseño, tanto para las nuevas construcciones, como para las remodelaciones y mantenciones de espacios públicos y privados, que contemplen la realidad histórico-social.
Si bien la asociación a sustentabilidad con principio bioclimáticos, de eficiencia energética, recursos renovables, es correcta, no deja de ser incompleta, ya que la sustentabilidad en la arquitectura debe considerar también el medio ambiente histórico-social. De hecho, tan importante como considerar la naturaleza en el diseño es tomar en cuenta el entorno social y la memoria histórica. Estos factores son muy importantes para conformar un concepto actual y completo de sustentabilidad arquitectónica integral. Es más, una obra que no considera estos aspectos puede pasar a ser un desarticulador social.
Una obra arquitectónicamente sustentable desde el punto vista histórico -social debe respetar el paisaje histórico y a la comunidad. Esto implica abordar tres momentos: PASADO, aprendiendo sobre la historia del lugar y quienes lo habitan; PRESENTE, comprendiendo su realidad actual, sus necesidades presentes; FUTURO, que consiste en visualizar sus posibles requerimientos hacia adelante.
Este análisis nos debiera permitir dar respuesta a necesidades expresas y latentes, así como habilitar espacios para la vinculación cotidiana del habitante con la obra, alterando positivamente el entorno y la calidad de vida existente. Adicionalmente, la comunidad debería poder proyectarse al futuro en torno a la obra, obra que funciona como herramienta de progreso y desarrollo en cualquier ámbito.
Demás está decir que este tipo de sustentabilidad no niega la innovación o la incorporación de nuevas tecnologías, pero tampoco pasa por intentar mantener a toda costa la apariencia de lo pre existente. Lo que busca es respetar valores y espacialidad funcional a la vez que aportando en mejoras en la habitabilidad a distintas escalas, tanto individual, como social.
Con esto, una obra de arquitectura transforma el entorno generando un impacto visual y estético por muchos años. El resultado es una semilla que transforma el futuro de los usuarios, tanto al individuo como a la sociedad. Estos no son sólo los que viven y entran a un edificio sino también los que lo ven y conviven con él de una u otra forma. Se trata del habitante interior y exterior.
Destaco el ejemplo de reconstrucción sustentable post terremoto que se realizó en la zona de Vichquén, durante el 2010, donde se respetaron estos factores antes mencionados, a diferencia de lo que ocurrió en Mamiña el año 2005.

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