200 familias de Constitución se adjudican financiamiento del proyecto habitacional más grande de la región

“Ha sido un proceso largo, desesperante, con muchas alegrías y desmotivaciones, pero esta noticia viene a saldar la alegría mía y de la gente que ha trabajado tanto por tener su casa”, resume Isamara Garrido, dirigenta del comité de vivienda La Fe de los Molinos. La organización agrupa a 85 de las casi 200 familias que vivirán en Vista Hermosa II; uno de los proyectos de vivienda social más grandes del país, que se construirá en un sector residencial de alta plusvalía en Constitución, sobre el cerro Vista Hermosa a un costado de la calle Las Araucarias.

El Serviu de la región apostó a financiar el 100% del proyecto por su alta calificación técnica y social, en una zona de alta plusvalía que tenía otros proyectos de reconstrucción y activación económica, pero ninguno de viviendas sociales. Más allá de estas características, la viabilidad de la iniciativa se dio por el trabajo de la comunidad.

“Nada de esto se habría logrado sin ser por el compromiso de los y las dirigentas, que participaron en todas las negociaciones, activaron a los vecinos, estuvieron a disposición para reunirse, revisar los documentos técnicos, y firmar papeles incluso los domingos para que esto saliera”, comenta Rodrigo Hernández, director regional de la Fundación Urbanismo Social en El Maule.

Fanny Iglesias, dirigenta del comité Las Orquídeas que reúne a las otras 113 familias del proyecto, también destacó el trabajo de la directiva y sobre todo el vínculo entre distintos actores. “Había muchas gestiones que hacer y nosotros estuvimos a disposición sin importar la hora y el día, porque es nuestro interés de tener un hogar, pero acá el trabajo es entre todos y fueron muchas personas pendientes para ayudarnos a salir adelante”, afirma sobre la colaboración con autoridades regionales, miembros de Urbanismo Social y de la comunidad.

La fundación Urbanismo Social se integró a este sueño de los dos comités de vivienda, en un proyecto que tenía ciertas complejidades técnicas por ser calificado como mega proyecto y por estar emplazado en un cerro. El equipo de la fundación ayudó en la habilitación técnica y social del proyecto, y la construcción de confianzas entre la comunidad y sus contrapartes regionales. “Es un buen ejemplo de cooperación entre funcionarios públicos con mucho compromiso, dirigentes que fueron protagonistas de su propio desarrollo y Urbanismo Social que entendió el rol social del proyecto”, resume Rodrigo Hernández.

La etapa más importante está por delante, y el objetivo es velar no solo por la calidad y plazos de la construcción, sino por generar fuertes vínculos entre la comunidad, que se genere valor social hacia el resto de la ciudad y que demuestre la importancia de invertir en las personas para que cualquier proyecto urbano sea sostenible.

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