Aunque la mayoría de los chilenos se encuentra en vacaciones y no esta “ ni ahí” con la crisis económica mundial y obviamente, pero igual va de vacaciones y compra en las liquidaciones de las multitiendas cosas que no necesita .
Es sabido, que el chileno medio, desde fines del siglo XX fue atrapado por el “hedonismo” y la “permisividad”, ambas enhebradas por el materialismo. Esto conlleva a que una de las razones que justifican la existencia del hombre moderno es adquirir cosas materiales y se deslicen hacia una decadencia moral, con precedentes al Imperio Romano.
¿Pero qué es hedonismo? Tiene como ley máxima de comportamiento el placer por encima de todo, cueste lo que cueste, así como ir alcanzando progresivamente mayores niveles de bienestar material y social. Su código es la, la búsqueda ávida del placer y el refinamiento. El hedonismo y la permisividad son los nuevos pilares sobre los que se apoyan las vidas de aquellas personas que quieren evadirse de ellos mismos y sumergirse en sensaciones cada vez más sofisticadas y narcisistas, es decir, contemplar la vida como un goce ilimitado. Porque una cosa es disfrutar de la vida y saborearla y otro es el afán por el frenesí de diversión sin restricciones. permisividad
Del hedonismo surge con fuerza el consumismo que nos lleva al placer de comprar, gastar, y poseer, tomado como una nueva experiencia de libertad y desenfreno.
“El ideal de consumo de la sociedad capitalista no tiene otro horizonte que la multiplicación o la continua sustitución de objetos por otros cada vez mejores” E. Rojas (2007 “El Hombre Light”). Un ejemplo clásico, es de las dueña de casa que llena el carro de comida en el supermercado, tentada por todos los estímulos y sugerencias de la publicidad, aunque después, no tenga dinero para pagarlo y deje el carro abandonado en un pasillo con la mayor parte de la mercadería.
Del ejemplo anterior, subyace el principio que el consumismo tiene una fuerte raíz en publicidad masiva, que nos crea falsas necesidades, y un deseo compulsivo a comprar y el hombre cada vez es más débil ante esta avalancha y adicción . Todos los chilenos que ven los noticiarios, podrán aplicar este ejemplo a la grave situación sufrida por un comentarista deportivo por su adicción al consumismo exagerado.
Un ser humano hedonista, permisivo, consumista, centrado en el relativismo y en la cultura de lo desechable, tiene un mal pronóstico y peor futuro. Así hemos llegado al hombre “cool”, a quien no le preocupa la justicia, los temas existencialistas, ni los problemas sociales, ni la guerra entre judíos y palestinos. No lee Ulises de James Joyce, ni En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, ni las novelas de Herman Hesse, menos las de Lobsang Rampa (El Tercer Ojo).
¿Quo Vadis hombre light?
Nota de autora: material extraído del libro “El hombre Light” de Enrique Rojas (2007). Biblioteca Regional del Maule “rincón docente”